viernes, 12 de agosto de 2011

LA FERIA DE AGOSTO EN GUATEMALA





El Cantón Jocotenango, conocido antaño también como caserío, se constituye hoy como un barrio ubicado al Norte de la ciudad capital, en la zona 2.


Actualmente, este barrio forma parte del Centro Histórico de la zona 1.


Sus bordes limítrofes se encuentran demarcados así:

Al Este limita con el Potrero de la Corona o Ciudad Nueva, Colonia los Ángeles y Calle Martí; al Oeste con la Avenida Elena, Finca “El Zapote”, Colonia Bran, Colonia El Sauce, Universidad Mariano Gálvez, Colonia Colom Argueta y Periférico; al Norte limita con los barrancos de la Península Norte y el Asentamiento.



DIVISIÓN POLÍTICA


El Cantón Jocotenango pertenece al Distrito 10, que comprende las zonas 1 y 2 de la Ciudad de Guatemala. A su vez, está subdividido en tres Delegaciones (D-01 y D-02: zona 2, D-03: zona 1), siendo la Delegación 01 la que le corresponde a este cantón.





Al norte de la ciudad y del Cantón Jocotenango se encuentran el Parque Minerva, encantador sitio de recreo asentado entre profundas barrancas y en el que se respira ya el vivificante aire de nuestros campos.

En su área se han construido lindos jardines, un estanque de natación y un gimnasio, destinados a los alumnos de las escuelas públicas, y el monumento al Trabajo, a cuyo pie llegan los obreros el 1 de mayo de cada año, al iniciarse las fiestas mundiales de esa conmemoración.

Además, un bosquecillo de cipreses presta mayor atractivo al lugar, dándole aspecto agreste en una de sus partes.


Más al sur está el Hipódromo, construido durante el mandato del General Justo Rufino Barrios, en cuyo centro se eleva el majestuoso templo dedicado a Minerva.

Al oriente del templo se ofrece a la mirada el Mapa en Relieve de la República, obra del notable Ingeniero Francisco Vela y única en su género en América Latina.

Al Parque Morazán conduce el hermoso bulevar “Siméon Cañas”, de cerca de 760 metros de largo por 30 de ancho, cuyos lados adornan multitud de jacarandas con el verdor de sus copas y el morado de sus flores.


Al poniente del Cantón Jocotenango y circunscribiendo al Norte el Parque Minerva, llamado “El Zapote” y al Oriente del mismo cantón se forma rápidamente el barrio de San Antonio, uno de los más bonitos de la ciudad por sus jardines, bosquecillos, cómodas e higiénicas casas, y excelentes baños públicos del mismo nombre.


PLAZA JOCOTENANGO

El Parque de Jocotenango, más conocido antaño como “Plaza de Jocotenango”, está situado en la Calle Real ó 6ª avenida y 3 y 4ª calles de la zona 2 de la Ciudad de Guatemala y en el período de 1777 a 1879 constituyó el centro social y comercial del Pueblo de Indios de Jocotenango de Nuestra Señora de la Asunción.

En este mismo sitio fueron construidos también el Templo de Nuestra Señora de la Asunción (inaugurado en 1804), una fuente estilo colonial, un lavadero público y para rematar, el paisaje fue engalanado, en 1778, con la siembra de una Ceiba, la cual fue talada el 15 de febrero de 2003.


En la actualidad, el único vestigio que ha permanecido de este conjunto arquitectónico es una fotografía tomada por el inglés Eadward Muybridge en 1875, durante una visita que realizó al país.



Esa imagen concreta perduró en las mentes de los capitalinos y visitantes solamente cien años. Pues, en 1879 el encanto pueblerino del lugar se rompió debido a la emisión del Decreto 241 signado por el Presidente General Justo Rufino Barrios que disponía la supresión del Municipio de Jocotenango y lo anexaba como un cantón más a la estructura urbana de la ciudad.




El patrimonio cultural de la imaginería fue rescatado por el Alcalde de Jocotenango de esa época, don Timoteo Leche y el Párroco, quienes guardaron las imágenes en casas particulares.


En ese contexto, entre los cambios más significativos que se producen en la ciudad está la creación de un espacio para efectuar carreras de caballos, por ser éste un deporte del agrado del señor Presidente Justo Rufino Barrios y porque era una afición tradicional del público que se reunía cada año para la celebración de la Feria de Jocotenango.


De esa cuenta, se formó la Sociedad “Hipódromo del Norte” el 30 de agosto de 1881. Pero para poner en marcha estas acciones, hubo que realizar modificaciones radicales en el trazo urbano de esta parte de la ciudad que consistió en abrir un camino que condujera directamente de la plaza al Hipódromo.

Para el caso, en septiembre de ese mismo año, se procedió a abrirlo, recibiendo el mismo, el nombre de Avenida del Hipódromo.

Estos factores, entre otros, fueron los que dieron paso a la demolición del conjunto arquitectónico mencionado líneas arriba, sobreviviendo únicamente la centenaria Ceiba.

Después de estos hechos, alrededor de la plaza, durante más de tres décadas después, se constituyó en un polo social de la ciudad y en atractivo turístico.


La plaza, por otro lado, se transformó en un espacio baldío que de 1881 a 1899 era utilizado para la celebración de la tradicional “Feria de Jocotenango” en el mes de agosto. Luego, se utilizó, en el período de 1900 a 1919, para conmemorar a la Juventud estudiosa del país por medio de las “Fiestas Minervalias” instituidas en la administración de Manuel Estrada Cabrera.



Pero, las cosas cambiaron radicalmente para este espacio a partir de un 21 de noviembre de 1901, cuando a raíz de los festejos del cumpleaños del Presidente Estrada Cabrera, más de mil vecinos de la Ciudad de Guatemala hicieron una petición a la Municipalidad en el sentido de que se construyera un jardín en el lugar que ocupaba la mencionada plaza. 



A pesar de ello, las obras solicitadas solamente fueron autorizadas el 6 de septiembre de 1907 por medio del Decreto número 656 de la Asamblea Legislativa. Al año siguiente, también en un 21 de noviembre, se inauguró el “Parque Estrada Cabrera”, cuyos jardines fueron diseñados por Luis Augusto Fontaine.


A continuación se procedió a colocar monumentos como el busto del inventor Robert Fulton y una estatua ecuestre en honor al prócer centroamericano Francisco Morazán. 


Sin embargo, de estos dos proyectos, solamente el primero se llevó a cabo completamente; el segundo, despertó una gran polémica en la sociedad intelectual guatemalteca, formándose dos bandos.


 Al final, ganó el grupo liderado por don Augusto Mencos y la añorada estatua nunca posó en esta plaza. Lo único que quedó de todo esto fue un mojón de concreto que señalaba el lugar donde algún día estaría dicho monumento Solo fue hasta 1928 cuando se logró colocar un busto del prócer centroamericano Francisco Morazán. Para esa fecha el parque también llevaba su nombre.


En 1920, después de muchas contiendas civiles y políticas, el presidente Estrada Cabrera renuncia al poder y asume la presidencia don Carlos Herrera, de partido Unionista. Entre las muchos cambios que éste propuso, destaca el de rebautizar todos aquellos lugares del país, instituciones, parques y escuelas que llevasen el nombre de la familia del exmandatario.

De esa cuenta, el “Parque Estrada Cabrera” pasa a llamarse entonces “Parque Morazán” y comienza un nuevo periodo histórico para el mismo.



Al respecto, el Licenciado Antonio Villacorta, en su “Monografía del Departamento de Guatemala” de 1926, describió esta plaza, localizada al norte de la ciudad capital, de la siguiente manera:

“Alrededor de una hermosa y altísima Ceiba que en tiempos pasados ornaba el atrio de la Iglesia de Jocotenango, se extiende todo lo agradable a la vista que contiene el parque Morazán, al que rodea monumental verja de cemento. Roberto Fulton, el primero que aplicó el vapor a la navegación, tiene bajo los árboles del parque, sencillo y significativo monumento, y al de Francisco Morazán, mandado a levantar por la Asamblea Nacional, únicamente le falta la efigie de tan egregio patricio, que se asentará sobre un pedestal de mármol blanco”.

Asimismo, años más tarde, el historiador Héctor Gaitán se refirió a esta parte de la ciudad con estas palabras:

Parque que cobijó por muchos años a la estatua del Almirante Cristóbal Colón, cuando fue traslada del parque central, hoy Plaza de la Constitución, a dicho sitio. En la parte poniente de dicho parque se construyó la primera universidad para obreros durante la gestión de Estrada Cabrera.



Este edificio fue convertido en escuela pública, hasta quedar finalmente en el abandono. El centro del parque “Morazán” esta ornamentado con una centenaria Ceiba, que con el paso del tiempo también rindió tributo a la tierra, Ceiba testigo de mil ferias de agosto en la celebración a la patrona de Guatemala, la Virgen de la Asunción, elemento festivo de la ciudad.

Otros monumentos que adornaron durante algún tiempo este parque lo constituyen la estatua de “Cristóbal Colón”, que fue traslada de la Plaza de Armas en 1944 para el Parque Morazán, y un busto del grandioso músico “Ludwing van Beethoven”. El primero fue trasladado a su lugar actual, en la “Avenida de Las Américas”, en 1960; el otro, desapareció sin dejar rastros.

Recién inaugurado el siglo XXI, un día miércoles, 6 de agosto de 2003, el “Parque Morazán” pasó a llamarse nuevamente “Plaza o Parque Jocotenango”, como antaño. 

El Director general del Patrimonio Cultural y Natural del Ministerio de Cultura y Deportes de aquella fecha, don Guillermo Díaz Romeu, fue quien otorgó el visto bueno para el cambio legal del nombre y en una carta dirigida al director general del Centro Histórico de la Municipalidad, Ricardo Goubaud, manifestó su concordancia con la opinión del Cronista de la Ciudad, Miguel Álvarez Arévalo, quien fue uno de los primeros que consideró necesario el cambio de nombre del parque argumentando que:

“la controversia que el caudillo hondureño Francisco Morazán causó hace poco más de cien años, del malestar que provocó a la población el enterarse que la “Plaza Jocotenango” pasaría a llamarse Morazán. Este homenaje provocó una recia reacción de parte del sector guatemalteco que recordaba los desafueros cometidos por Morazán en esta capital”.

Otro punto que destaca Álvarez, es que no se tiene nada particular en contra de que exista alguna plaza con el nombre de este personaje, siempre y cuando hubiera reciprocidad de parte de Honduras, en el sentido de que alguna plaza del vecino país se denominara con el nombre de Rafael Carrera. El 6 de agosto, cuando oficializó el cambio de nombre, también se inauguró su remodelación, que consistió en rejardinizar, colocar bancas cómodas, juegos para niños y una verja de hierro.


PASEO DE LOS NARANJALITOS



El paseo de los Naranjalitos estuvo ubicado en la Calle Real de Los Naranjos de Jocotenango, en la actual 6a. Avenida, hacia el norte desde donde hoy se ubica el Tribunal Supremo Electoral.


En su Época fue uno de los más elegantes paseos con los que contaba la ciudad de Guatemala.

 Éste iniciaba en la parte norte de la ciudad, de la plaza de Jocotenango (hoy hipódromo del Norte) y terminaba en la calle de la Feria (hoy 1ª Calle), frente a la casa Yurrita, propiedad de don Felipe Yurrita ( hoy sede del Tribunal Supremo Electoral ).

Sobre la Calle de Jocotenango, en todo el trayecto se encontraban sembrados a los dos lados de la vía, árboles de naranjos, a los que la tradición popular llamaba naranjalitos, por lo que se le nombró como la Calle de los Naranjos de Jocotenango en el año de 1816 y fue más conocida como calle de los Naranjalitos (en la actualidad es conocida como avenida Simeón Cañas pero también se le llamó avenida del Hipodromo).

Por la Alameda, como también se le llamó a este paseo o Avenida del Hipódromo, hacía su recorrido el tranvía, el cual era halado por mulas de tiro y transitaba desde la plaza de Jocotenango o el templo de Minerva pasando por la Plaza de Armas y a lo largo de la Calle Real (6ª avenida sur).





AVENIDA SIMEON CAÑAS

La Avenida Simeón Cañas, a finales del siglo XIX y principios del XX era conocida como Avenida del Hipódromo o Avenida de Minerva. Su planificación se debió a la creación del Hipódromo del Norte, en 1879, y para que sirviera de enlace entre el Parque Jocotenango y éste.



Según informaciones periodísticas, más tarde el presidente José María Reyna Barrios (1892-1898) trató de darle a la celebración de la Feria de Jocotenango igual importancia que sus antecesores. En este sentido, mejoró y dio auge al paseo por la gran calzada del Hipódromo, lo que también redundó en el incremento de las carreras hípicas y de las transacciones comerciales que se generaban alrededor de la misma.

Después, en el periodo del Presidente Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) esta avenida se transformó en una de las más importantes de la ciudad, debido a que la última semana de octubre, a partir de 1899, comenzaron a celebrarse las Fiestas de Minerva o Minervalias, una festividad que honraba a la Juventud estudiosa del país, que se sumaba a las ferias de mayo y agosto.

Esto hizo que la avenida cobrara plusvalía y comenzaran a construirse hermosas casas de tipo chalet a inicios del siglo XX y para engalanarla aún más se sembraron a ambos lados árboles de jacaranda. Allí, los vecinos disfrutaban de tranquilos paseos y amenas tertulias en el Templo de Minerva y de la novedad que despertó la llegada del béisbol al país.



De esa cuenta, a lo largo de esta avenida y sus alrededores se construyeron hermosas casas solariegas y de campo. Estas viviendas, además, se distinguieron por su singular arquitectura, que no siguió los lineamientos coloniales que caracterizaban al Centro Histórico, cambiando la fase urbanística de lo que fuera la entrada al viejo Pueblo de Indios de Jocotenango.

Al mismo tiempo, esta misma singularidad la convirtió en una de las áreas residenciales mejor cotizadas y que servía de morada temporal para representantes diplomáticos y la crema y nata de la sociedad guatemalteca de esa época.

Entre los apellidos que cabe destacar se encontraban las familias Arzú, Romá, Zachrisson, Asturias, Vides y Pérez, entre otras.

Cuando cayó Estrada Cabrera en 1920, la ciudad experimentó grandes cambios. Entre ellos, como ya se mencionó, el de la anulación de los nombres de la familia Estrada Cabrera en todas instituciones del Estado.

De ahí que la avenida fue rebautizada con el nombre deldiputado por Chimaltenango Doctor Simeón Cañas y Villacorta, quien se presentó ante el Congreso el 31 de diciembre de 1823 para proponer la abolición de la esclavitud en Centro América a través del Decreto No. 1305 de la Asamblea Legislativa, publicado el 24 de abril de 1924.

Sobre esta avenida, el Licenciado Antonio Villacorta comenta en su “Monografía del Departamento de Guatemala” que “al Parque Morazán conduce el hermoso boulevard Simeón Cañas, de cerca de 760 metros de largo por 30 de ancho, cuyos lados adornan multitud de jacarandas con el verdor de sus copas y el morado de sus flores. Avenidas menos anchas separan el paseo de los fundos particulares, en muchos de los cuales hay edificadas bonitas casas y cómodos chalets. En ese boulevard se celebra anualmente la feria de la ciudad, cuya alegría se desborda a mediados de agosto con ese motivo”. (1926: 158).

En la década de 1930 hubo, nuevamente, un repunte urbanístico en la ciudad que se tradujo en obras de infraestructura vial y de saneamiento, se implementó una política de construcción de edificios públicos y se trató de echar a andar la de mejoramiento habitacional con la formación de nuevos barrios populares como El Gallito, zona 3; La Palmita, La Labor y la colonia La Concordia, zona 5 y La Recolección en la zona 1, por ejemplo.

Estas acciones derivaron en la pavimentación de esta gran calzada, la cual se convirtió en modelo de mejoramiento de infraestructura para la capital.

Sin embargo, con el correr de los años el abolengo y glamour que caracterizó a esta avenida decayó, principalmente, cuando se emitió la orden de dinamitar el Templo de Minerva en 1953.

Consecuentemente, el conjunto urbano que comprende esta parte de la ciudad se resintió cobrando mayor fuerza el de la finca La Aurora en el extremo sur, construido por el presidente Jorge Ubico Castañeda durante los años 30. A pesar de ello, la avenida Simeón Cañas preserva su estilo de calle ancha destinada al paseo.



NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCION



Asunción de María o Asunción de la Virgen es la creencia, de acuerdo a la tradición y teología de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica, de que el cuerpo y alma de la Virgen María fueron llevados al cielo después de terminar sus días en la tierra.


Este traslado es llamado Assumptio Beatæ Mariæ Virginis (Asunción de la Bienaventurada Virgen María) por los católicos romanos, cuya doctrina fue definida como dogma (verdad de la que no puede dudarse) por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950.

En 1849 llegaron las primeras peticiones al Vaticano de parte de los obispos para que la Asunción se declarara como doctrina de fe, estas peticiones aumentaron conforme pasaron los años. Cuando el Papa Pío XII consultó al episcopado en 1946 por medio de la carta Deiparae Virginis Mariae, la afirmación de que fuera declarada dogma fue casi unánime.


Así el 1 de noviembre de 1950 se publicó la bula Munificentissimus Deus en la cual el Papa, basado en la Tradición de la Iglesia Católica, tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles guiados por sus pastores, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y por el consenso de los obispos del mundo como "Magisterio Viviente", declaraba como dogma de fe católica la doctrina de la Asunción de la Virgen María:

La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo IV se celebraba la fiesta de "El Recuerdo de María" que conmemoraba la entrada al cielo de la Virgen María y donde se hacía referencia a su asunción.

Esta fiesta en el siglo VI fue llamada la Dormitio (χοίμŋσις) o Dormición de María, donde se celebraba la muerte, resurrección y asunción de María. El emperador bizantino Mauricio decretó que la fiesta se celebrara el 15 de agosto en todo el imperio.

Los relatos apócrifos sobre la asunción de María aparecen aproximadamente desde el siglo IV y V. Siendo el más difundido y posiblemente uno de los más antiguos en el oriente bizantino el "Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo)". 

Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, San Andrés de Creta, San Germán de Constantinopla, entre otros. Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia Católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas.



ORACIÓN:
Dios todopoderoso y eterno,
que hiciste subir al cielo en cuerpo y alma
a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo,
concédenos vivir en este mundo
sin perder de vista los bienes del cielo
y con la esperanza de disfrutar eternamente de su gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Esta fiesta se celebra en Oriente desde el siglo VI y en Roma desde el siglo VII. El 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII, definió el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María: “La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo, al terminar su vida mortal”. “María ha sido llevada por Dios, en cuerpo y alma, a los cielos. Hay alegría entre los ángeles y entre los hombres. Celebramos la glorificación de nuestra Madre”.

Declarando que María fue elevada al cielo en cuerpo y alma, este pronunciamiento pone de relieve el carácter único de la santificación personal de la madre de Cristo, puesto que el pecado nunca la contaminó, ni siquiera por un instante.

María participa de la Redención de Cristo con la victoria sobre la muerte mediante la glorificación del cuerpo, con la Asunción, porque la plenitud de la salvación cristiana es la participación del cuerpo en la gloria celestial.

En Guatemala, se venera la Asunción de María a los cielos desde el tiempo de la colonia y, por eso, la nueva ciudad capital después del traslado por los terremotos, se llamó “La Nueva Guatemala de la Asunción”. Su fiesta es el 15 de agosto.


En la Catedral se tienen dos imágenes de la Virgen de la Asunción. De madera encarnada, policromada y parcialmente estofada, ambas imágenes son obras maestras del barroco guatemalteco, que llegó a su pleno desarrollo en el siglo XVIII.

La primera, que es un poco más pequeña, es la patrona de la ciudad y estuvo desde siempre colocada en el coro de los canónigos de la Catedral, como actualmente. Muestra a la Santísima Virgen en éxtasis, con los brazos elevados al cielo, mientras dos ángeles la elevan entre las nubes del cielo.

La segunda, de mayores dimensiones, muestra a la Santísima Virgen con los brazos abiertos, mientras los querubines contemplan su asunción a los cielos.


En el año de 1550 los indígenas de Chinautla ya realizaban las primeras celebraciones en honor a la Virgen de La Asunción. Para 1620 y por intercesión del clero, la imagen se trasladó a la capital, la ciudad de Santiago de los Caballeros, y su feria fue instalada en las afueras de la ciudad, a inmediaciones del entonces barrio de Jocotenango.

La destrucción de la ciudad en 1773 obligó a su traslado al Valle de las Vacas y por orden del entonces rey de España, Carlos III, la ciudad fue consagrada a la Virgen de La Asunción, cambiando así el nombre al que lleva actualmente, la Nueva Guatemala de La Asunción.

Año con año la ciudad se vestía de fiesta para recibir la procesión de la imagen de su Patrona.

La imagen de la patrona es una extraordinaria talla anónima de la Virgen de la Asunción, escultura guatemalteca del siglo XVII, estofada y tallada con todo el esplendor del barroco. El estilo de la escultura es una transición entre el manierismo y el barroco.

Con respecto a la imagen que se encuentra actualmente en el Altar Mayor está hecha de madera y estofe; la técnica usada: tallada en madera y estofada en oro opaco; el estilo es barroco de finales del siglo XVII; sus dimensiones son 0.71 cm de ancho por 1:30 mts de alto. Es una escultura de madera encarnada, estofada y sus ojos son de vidrio.

Sus vestiduras poseen muchos pliegues propios de la vestimenta de la época. La rodean cuatro ángeles, dos de ellos miden 0.30 cm. de altura y los otros dos son de 0.26 cm. de altura; se sabe que datan del siglo XVII; son tallados en madera, encarnados y con las alas de plata, de estilo Barroco, (estos ángeles son los que fueron robados el 8 de agosto del año 2000), en la peaña tiene varios querubines tallados y sobre su cabeza lleva una corona Ducal de plata repujada y calada; su manto esta al vuelo y cae suavemente tras la Virgen.

La Santísima Virgen de la Asunción ha salido en procesión pocas veces, con motivo del Congreso Asuncionista de 1950 fue procesionada a la Santa Iglesia Catedral para presidir un triduo solemne conmemorando la proclamación del dogma por Pio XII. Recientemente fue prosesionada por última vez en el año 1996 con motivo de su Coronación Pontificia de manos del Santo Padre el Papa Juan Pablo II en su segunda visita a nuestro país, siendo trasladada en un trono de nubes sin su corona, desde la Parroquia de la Asunción, hasta el Campo Marte en donde ingresó triunfalmente entre una multitud de miles de guatemaltecos que aguardaban a la Santísima Virgen.

Durante la Celebración de la Palabra el Santo Padre corona solemnemente con la antiquísima corona ducal del siglo XVII a la Imagen de la Patrona de la Ciudad Capital entre vítores y aplausos que no mermaron a pesar del intenso frio. En el año 2000 fue frustrada su salida procesional debido al lamentable robo de su corona ducal, en plenas vísperas, se había preparado una solemne procesión extraordinaria con motivo del Gran Jubileo del año 2000, en la cual bajo palio saldría la Patrona de los capitalinos, desgraciadamente el robo no se ha esclarecido ni la corona ha aparecido.


El fervor religioso y la diversión se entremezclan entre miles de capitalinos, hombres, mujeres, niños y ancianos, que veneran en su día, este 15 de agosto, a la Virgen de la Asunción, la Patrona de la capital guatemalteca.

Según la historia, la primera celebración para honrar a la Patrona de la ciudad la realizó en 1550 una comunidad indígena de Chinautla, ubicada al norte de la capital, donde inicialmente estuvo la Virgen de la Asunción.

Hoy ese lugar se conoce como sitio arqueológico Chinautla Viejo y es poco visitado a pesar de la escasa distancia que lo separa de la ciudad de Guatemala y que tiene uno de los principales centros de artesanías, cerámicas y alfarería.


La imagen de la Virgen de la Asunción sale desde su templo en la zona 2 capitalina, construido originalmente en 1902, en procesión por las calles del Centro Histórico de la capital, acompañada de música religiosa.




La procesión de la imagen de la Virgen sigue saliendo a las calles del Centro Histórico y en Catedral Metropolitana se celebran, durante todo el mes, actos especiales en honor a ella.


Sin embargo, el día de mayor importancia sigue siendo el 15 de agosto, feriado para los capitalinos, cuando luego de su recorrido por las calles de su ciudad, la Virgen es celebrada con una liturgia especial dirigida por el Arzobispo Metropolitano.






FERIA DE JOCOTENANGO



Esta actividad es celebrada todos los años en las inmediaciones del Hipódromo del Norte, durante el mes de agosto. Sin embargo, primero se ubicó en el área del Cerrito del Carmen.

La festividad, que conmemora a la Virgen de la Asunción, se lleva a cabo en todas las comunidades en donde esta advocación de María es patrona. Es así como Joyabaj, Nebaj, Asunción Mita, Tactic, Chiquimula, Santa Eulalia, Cantel, Jocotenango, Tacaná, Guazacapán y Sololá, poseen sus propias Ferias de Jocotenango.


En el Reino de Guatemala la primera fiesta en honor a la Virgen de la Asunción se celebró en una comunidad indígena localizada en Chinautla en el año del Señor de 1550, en la Parroquia Vieja que poseía una imagen de la virgen y que actualmente se ubica en la zona 6 de esta capital.

Esta festividad religiosa será la que dará origen a la Feria de Jocotenango, cuyo nombre, a su vez, se derivó de dos hechos históricos que ocurrieron en el siglo XVII.

El primero se relaciona con la construcción de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen en 1620; el otro se refiere a que, coincidentemente, en esa misma fecha, en el pueblo de Jocotenango, vecino a la ciudad de Santiago de los Caballeros, capital del Reino de Guatemala, se festejaba a la Virgen de la Asunción, patrona del lugar.

De la fusión de estos sucesos nace oficialmente la feria, y a partir de entonces las celebraciones agostinas se conmemoraron con mucha devoción, júbilo, pitos y cohetillos.


La fiesta popular que la ciudad celebra en honor a la Virgen se remonta al año de 1620.

Luego, a causa de los terremotos de 1773 y el posterior abandono de Santiago de los Caballeros de Guatemala, la feria se trasladó al Valle de la Ermita siguiendo a la Virgen a su nueva locación el 23 de mayo de 1776. La imagen reposa en la iglesia del mismo nombre, ubicada en la zona dos.

Según Miguel Álvarez Arévalo, el acontecimiento era la principal actividad social durante el siglo XIX. Manuel Salazar señala que los presidentes José María Reyna Barrios y Manuel Estrada Cabrera impulsaron con energía la festividad. Durante el mandato de este último se erigieron el Mapa en Relieve y el Monumento a Minerva, que dieron realce al área que era visitada por la alta sociedad de la época.

Además, se llevaban a cabo diversas actividades que incluían exhibiciones de ganado, carreras de caballos, celebraciones litúrgicas, actividades para la clase alta, como bailes y recepciones, así como juegos para el entretenimiento del pueblo.

Un siglo después, el entonces presidente Justo Rufino Barrios mandó a construir el Hipódromo del Norte y los campos de la feria al final de la Avenida Simeón Cañas, asignando ese lugar como el nuevo hogar de la Feria de la Ciudad y su celebración en agosto de cada año.

Sin embargo, no toda su vida la Feria se ha celebrado en dicha fecha. En 1935 el presidente Jorge Ubico ordenó su celebración en noviembre, para conmemorar el onomástico del mandatario. El gobierno liberal de Juan José Arévalo devolvió la feria a su original fecha, la cual no ha sufrido cambios hasta ahora.

Los típicos salones de baile, las exposiciones artesanales o las ganaderas y las marimbas “que eran antes la tradición ya no figuran” apunta Álvarez, quien es el cronista de la capital. La natural evolución cultural ha propiciado que se fueran perdiendo elementos característicos dando lugar a que se establezcan otros.

Con el traslado de la ciudad, los pobladores también trajeron consigo al nuevo valle sus tradiciones, costumbres y, por supuesto, su fervor religioso. La imagen de la Virgen de la Asunción es removida de la iglesia de Chinautla para su nuevo recinto en el Centro Histórico, trazado por el arquitecto real Marcos Ibáñez.

De ese modo, también se estableció la Plaza de Jocotenango, ubicada en la parte norte de la ciudad, como el área donde se llevaría a cabo la fiesta religiosa. En el siglo XIX se extendieron los límites hacia el paseo denominado Simeón Cañas y el Hipódromo del Norte, construido en 1873 por el presidente Justo Rufino Barrios.



Hacia finales del 1800, los sucesivos presidentes de la República le otorgaron a la Feria de Jocotenango una importancia particular, por cuanto no sólo constituía una actividad religiosa magnífica, sino también porque se convirtió en una práctica social, económica y comercial que atraía gente de todos lados, inclusive de países vecinos como Honduras y El Salvador. En este último, la tradición de las fiestas agostinas persiste hasta hoy.

Esta significación es afirmada por el cronista e historiador Domingo de Juarros en su relato “La feria”, al indicar que en “la víspera y día de la Asunción, hay en este pueblo una feria de caballos, mulas y otras mercaderías, a la que concurre un gran número de gente”.

También el investigador Celso Lara menciona que cada 15 de agosto “el homenaje a la virgen iniciaba con un rezado, luego se realizaban carreras de caballos, demostraciones de ganado, fiestas en los barrios del Centro Histórico, así como en salones para la alcurnia, lo cual se combinaba con el aspecto religioso”. En otros municipios donde se celebran las fiestas jocotecas se reverencian también con convites, toritos, y los bailes de “La Conquista”, “El rey Salinas” y “Los Mexicanos”.

El presidente Lázaro Chacón, a través de la Secretaría de Gobernación y Justicia, emite un acuerdo el 10 de julio de 1928, nacionaliza la Feria de Jocotenango e instaura oficialmente el 13, 14 y 15 de agosto de cada año para su celebración.

Según el historiador guatemalteco Celso Lara, la Feria de la Virgen es una de las principales tradiciones de la Nueva Guatemala de la Asunción en festejo por la Patrona.

Los primeros moradores del barrio de Jocotenango eran de paupérrima condición porque los hombres se dedicaban a trabajos de albañilería y construcción, mientras que las mujeres servían de "Chichigas" (nodrizas) de las familias acaudalas, de acuerdo con documentos de la época.

La Feria de Jocotenango tuvo su mayor auge en el siglo XIX, pero año con año ha perdido su esplendor y su identidad cultural, al grado que se ha convertido en un verdadero mercado.

El historiador de la ciudad, Miguel Álvarez, coincide en que antes un 15 de agosto era un día de esplendor religioso, de las artesanías, y de ventas de frutas y comida que inundaban de olor los alrededores del tempo y los campos de la feria.

Las festividades agostinas rompían la monotonía cotidiana de la pequeña capital guatemalteca de principios del siglo pasado. La ciudad cobraba vida, y cientos de provincianos llegaban a la pequeña metrópoli en tren, diligencia o lomo de mula, con ánimo de hacer negocio o simplemente a divertirse con las novedades de la feria.

La feria de Jocotenango es una de las festividades populares más enraizadas y antiguas de esta ciudad, ya que vino con los antiguos moradores de Santiago, allá por 1777, cuando fueron obligados a abandonar su tierra por causa de los terremotos de Santa Marta.

Los jocotecos llegaron al nuevo valle de la Virgen con sus más preciadas pertenencias y costumbres: la pintura al óleo de las tres divinas personas, el San Antonio de bulto, milagroso por conseguir novios, los candelabros de bronce, el perro y el rosal que estaba junto a la fuente.

Cuando se repartieron los solares y terrenos que ocuparían los barrios y pueblos del antiguo Santiago, a los jocotecos les fue asignado un paraje frondoso y verde, con abundante agua y con bosque de cipreses, localizado al norte de lo que sería la nueva ciudad. Allí construyeron sus viviendas con maderas y pajas, una iglesia de cal y canto para honrar a la Virgen Asunta, y en lo que sería la plaza, junto a la iglesia, sembraron la ceiba, como mandaba la costumbre de antes.

Cuentan las historias de antes, que los jocotecos sobresalieron en el nuevo valle como hábiles albañiles, gozaron de buena reputación y de abundante trabajo en la ciudad que recién se estaba formando. Y no sólo pasaron a la historia como los constructores de la urbe, sino por su feria, la cual con el correr de los años, y debido a lo alegre y florido de sus ventas, llegó a convertirse en la feria patronal de la nueva ciudad capital.

Agosto era un mes alegre para nuestros abuelos y bisabuelos que vivían en la entonces pacífica ciudad de Guatemala. Para ellos, era un mes de estreno, porque todos querían ir a presumir a la feria. Era el momento indicado para hacerse del nuevo caballo para el landó; de comprar el marrano para los chicharrones del cumpleaños del abuelo, o para comprar una jerga o corte momosteco de pura lana .

A la feria agostina llegaban los arrieros de Oriente no sólo a vender sus caballos, sino también a contarnos sus historias de magos y aparecidos, y de parejas infieles, convertidas en piedras como castigo.

Llegaban los gitanos o húngaros a vender los peroles de cobre, en donde cocinaban las jales y los antes de camote y de guayaba. Venían también del Altiplano, los indios con sus cacashtes repletos de manzanas, durazno y pan de mashtate. Con dulces de colores en cuadritos, alborotos, jícaras para el chocolate caliente, trastes vidriados y rosarios de tusas, entre muchas otras.

Hace ya mucho tiempo, durante la semana del quince de agosto, la ciudad de Guatemala se ponía alegre y animada. Los jóvenes salían a las calles anunciando la fiesta y la feria, tocando al unísono y muy fuerte, miles de pitos de barro de Patzún y Rabinal. Guatemala era un jolgorio entonces, todo por la Feria de Agosto.


La gente salía temprano a pasear a la feria. Era día de misa, de estreno, de feriado para disfrutar las novedades de las fiestas agostinas, llamadas también de Jocotenango, debido a que era en este poblado del norte de la ciudad en donde se apostaba la feria en honor a la patrona, la Virgen de la Asunción.

El paseo a los campos de la feria se hacía agradable, tanto para los transeúntes que atravesaban la Calle Real, muchos de ellos sonando pitos de barro, como para los que llegaban en carruajes y carretelas, o a bordo del novedoso tranvía de Decauville jalado por mulitas.

A mitad de la mañana, decenas de personas, grupos de amigos y parejas se reunían en la Calle de los Naranjalitos, en donde estaba la casa de Yurrita, esa edificación grande de ladrillos y piedra que aún se conserva en la Sexta Avenida, prolongación de la zona dos y que actualmente alberga el TSE.

La caminata se proseguía entre un mar de polvo, hasta llegar a una ceiba enorme, en donde iniciaba el poblado de Jocotenango, tan antiguo como la ciudad misma, ya que cuando se trasladó la ciudad de Santiago al nuevo valle de la Virgen en 1776, lo hicieron también algunos de sus pueblos de indios, Jocotenango, San Gaspar, San Pedro y Ciudad Vieja.

En la feria habían muchas novedades y atracciones, siendo muy relevantes las transacciones comerciales y ganaderas que se realizaban con los finqueros de Oriente, como la compra-venta de ganado caballar y vacuno, bestias que en aquellos días se les veía pastando en los llanos y potreros aledaños, el Sauce, el Zapote y los potreros de Corona, hoy Ciudad Nueva, zona dos.

Para los moradores de la pequeña, aburrida y chismosa ciudad de Guatemala, la llegada de la feria era todo un acontecimiento: el carrusel de caballitos con sus pequeños espejos y cintas de colores; el fonógrafo con su misteriosa trompeta de sonidos gracias a la cual se escuchaban óperas y operetas en idiomas extraños, las carreras de bicicletas y el desfile de carros y carruajes decorados con lazos de colores y flores, atracciones que remozaban el espíritu de la ciudad.

Entre las actividades más frecuentadas y gustadas en la feria estaba el cinematógrafo.




Acondicionado en una gran carpa blanca, el cine era toda una novedad para los visitantes de la feria, especialmente para los de la provincia.

Amparados por la noche, las personas se sentaban en aquellas salas de cine improvisadas, con bancas prestadas quizá de alguna escuela o iglesia aledaña, a ver las maravillas de las películas mudas.

Las noches en la feria eran vistosas y alegres. Entre loterías, platillos típicos, dulces, frutas y panes traídos de provincia; juegos de azar, bailes con música de polkas y fox trot, sin faltar los romances nocturnos.

La feria tuvo su mayor auge en el siglo 19 hasta mediados del 20.

Se daban cita las máximas autoridades de la República. En un salón bailaba la élite de la sociedad y en otro las clases populares. En éste se pasaba un lazo que separaba a las parejas que ya habían pagado su participación de baile de las que no.


En esta época sobresalieron las corridas de toros, en las que se presentaron los mejores toreros de Guatemala, México y España.



Ahora es un paseo de diversión familiar, donde sus principales atractivos son los juegos mecánicos y la gastronomía típica, donde sobresalen las garnachas, elotes locos, manzanas con miel, churros, venta de fruta, panes de Comalapa y plataninas”, comenta Carlos Bailón, historiador de ferias.


En la administración del presidente Jorge Ubico, la feria entró en decadencia debido a que se le dio mucha más importancia a la feria de noviembre, que sirvió para celebrar el cumpleaños de dicho personaje a mediados de ese mes.


Desde hace medio siglo los capitalinos han retomado el valor de esta feria con sus elementos representativos, como la rueda de Chicago y la rueda de caballitos, que entretienen a grandes y chicos.


Hace 50 años, un hombre que vino de Málaga llamado José Frías, trajo las churrerías a Guatemala.

La lotería tiene unos 80 años de haber venido. Inicialmente se conocía como “la polaca”.


La rueda Chicago es uno de los tres primeros juegos mecánicos que introdujeron a Guatemala hace casi 80 años. La trajo el turco Miguel Pérez Catz, quien también llegó con la rueda de caballos.

Las torrejas y los buñuelos son los postres favoritos de la Feria de Agosto.



Actualmente a la a feria la ubican entre la Iglesia de la Virgen de la Asunción y el Hipódromo del Norte.


La capital, con más de 2 millones de habitantes, es el principal centro y el motor de las múltiples actividades comerciales y económicas que se desarrollan en este país centroamericano.

Unas 50 mil personas se dan cita desde las siete de la mañana hasta la media noche, para disfrutar del feriado con sus familiares y amigos, con motivo de la celebración del 15 de agos to, Día de la Virgen de La Asunción, patrona de la ciudad de Guatemala.

Decenas de comerciantes se instalan en el Hipódromo del Norte, construido en 1873 por el presidente Justo Rubino Barrios, para vender refrescos, juguetes y golosinas, con los que deleitan a los capitalinos, acompañados de música.



Vendedores, comerciantes y turistas abarrotan el Hipódromo del Norte de la ciudad, donde está instalada la tradicional Feria de Jocotenango, en honor a la Virgen de la Asunción, que hace algunos años estrenó una nueva corona bendecida por el ya fallecido Papa Juan Pablo II durante su última visita a Guatemala.

Los juegos mecánicos son la principal atracción de los niños que son llevados por sus padres a la feria, aprovechando el día de asueto, pero también hay puestos de juegos de lotería para los adultos.


Los festejos incluyen un acto procesional de la Virgen de la Asunción que recorre la avenida Simeón Cañas, entre olorosas y multicolores alfombras de aserrín y flores, y juegos pirotécnicos.




Para la diversión de los feriantes se instalan juegos mecánicos, ventas de comida típica y artesanías. Además, los asistentes pueden visitar y admirar el Mapa en Relieve construido por Francisco Vela Irisarri en 1905, o simplemente disfrutar todo lo que la feria ofrece.











¡FELIZ CUMPLEAÑOS 
NUEVA GUATEMALA DE LA ASUNCION!





Fuentes
http://cultura.muniguate.com


http://www.elperiodico.com.gt


http://digital.nuestrodiario.com

PROMOCION 29 COLEGIO SALESIANO DON BOSCO GUATEMALA

EL RETORNO   (Viaje sin regreso al Colegio Salesiano Don Bosco)   La agonía de un nuevo ciclo escolar empezaba a tomar...